La sociedad de hoy está viviendo situaciones muy críticas, por la falta de tiempo y de planificación de sus actividades y hábitos, o a su vez llevamos un ritmo de vida angustioso; vamos corriendo a todas partes, sin tiempo para apenas comer desesperadamente porque se atrasará a tomar el bus, a las clases o al lugar de trabajo, este mal hábito de comer rápido tiene consecuencias muy graves con daños a nuestra salud, generando más riesgo de contraer muchas enfermedades como diabetes, enfermedades cardiovasculares o lo más grave, el riesgo del llamado síndrome metabólico, un término genérico que describe enfermedades como presión alta y niveles elevados de colesterol, por lo tanto escuchemos los sabios consejos que nos dan nuestros mayores, “come despacio y mastica bien la comida”. Y es que el comer debería ser un acto familiar, tranquilo donde nutrimos a nuestro organismo para mantener las funciones vitales y darle energía.
La digestión empieza en la boca, por esa razón debemos ser conscientes: que mediante los dientes y la mandíbula realizamos un trabajo a la hora de comer, cuando masticamos la comida, se liberan enzimas en la boca que nos ayudan a digerir mejor los alimentos, de esta forma, ya hemos hecho parte del trabajo y llegan al estómago casi degradados, con una medida adecuada para que los jugos gástricos rematen el proceso.
Cuando comemos muy rápido, la digestión es lenta y pesada, dándole mucho más trabajo a los otros órganos, además los alimentos ingresan con más aire porque los bocados son más grandes, causando dolores abdominales, hinchazón, inflamación o los típicos gases y flatulencias desagradables. Comiendo rápido y masticando poco no se asimilan bien los nutrientes de los alimentos causando la obstrucción del tubo digestivo; también, causa reflujo, acidez, ardores ya que los bocados son muy grandes y la válvula no puede cerrarse correctamente.
Al comer rápido, ingerimos mayor cantidad de alimentos nos engordamos más, ya que no le ha dado tiempo al cuerpo de segregar la hormona leptina, reguladora de la saciedad, que envía una señal al cerebro para que paremos de comer. El estómago tarda como 20 minutos en enviar esta señal al cerebro muchas personas solo necesitan 10 para comer, por lo cual las personas continúan comiendo a pesar de haber cubierto sus necesidades energéticas y nutricionales.
Por todas estas razones tomemos el tiempo para comer lentamente, saboreando cada bocado, sin distracciones, puede parecer un lujo para muchas personas que enfrentan presiones en el trabajo o en casa; como ya sabemos el estómago es un músculo y su agrandamiento continuo, puede causar distensión de éste, lo que provocará que cada vez tenga más capacidad para almacenar más comida y engordaremos más.
Es sumamente importante crear un ambiente tranquilo, sin distracciones, sin televisión, sin celular, o similares; considerando todos estos datos, es importante cambiar este hábito, dedicándole por lo menos unos 20 minutos para este acto alimentario.