Por: Mgs. Eduardo Guerrero
La responsabilidad compartida o corresponsabilidad, está dentro de los valores del ser humano; si asociamos con la solidaridad o hermandad cobra todavía más sentido y habita en los altos principios para la convivencia humana. Somos corresponsables en la familia, en el lugar donde nos desenvolvemos y con quiénes compartimos.
La corresponsabilidad debe ser real en las esferas pública y política. En esta emergencia sanitaria por el COVID-19, se pide desde el gobierno y sectores de la sociedad civil, que todos aportemos para solucionar este problema.
La Pandemia deja al descubierto con más visibilidad las condiciones de vida de las grandes mayorías empobrecidas por el neoliberalismo y la injusta distribución de los recursos necesarios para la subsistencia.
El sentido común dice que es necesario un sacrificio, digamos el aporte de todos en la crisis económica y de salud; sin embargo en ciertos sectores hay resistencia para ser corresponsabilidad; pasando la factura y afectando a la clase media y baja.
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Algunos empresarios, cuyos ingresos son significativos, se niegan a aportar bajo el justificativo que se les quiere castigar con medidas y ven la oportunidad de legislar para su beneficio. En las esferas del gobierno “a los ratones se les pone a cuidar el queso”. Funcionarios que son parte de los interesados no permiten la responsabilidad compartida, unida a asambleístas quienes por un lado son cómplices del poder y por otro lado se niegan a dar su aporte.
Se ha castigado a los empleados con despidos de sus trabajos, bajas de sueldo a pretexto de reducir las horas de trabajo y otras decisiones unilaterales; además con la afectación a la economía informal cuyos ingresos depende del trabajo del día a día. Los derechos son adquiridos y no puede existir regresión.
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Boaventura De Sousa Santos, en su libro «la cruel pedagogía del virus», indica que estamos ante una encrucijada entre los efectos de la enfermedad y las políticas públicas de los gobiernos para seguir beneficiando a los grupos de poder económico que se niegan a ser corresponsables en la solución.
No es justo que el sentido de solidaridad se borre del corazón humano. Aquí quiero hacer referencia a la cita del Evangelio: la mujer viuda da de lo que no tiene, en cambio los otros dan de lo que les sobra.
La ley de apoyo humanitario que el gobierno vetó, está en manos de la Asamblea Nacional. La corrupción es mucho más que disponerse de los recursos materiales y económicos, es también legislar a favor de unos pocos y castigar a los indefensos.[O]