El Director General de la FAO, estima que el 28 por ciento del terreno cultivable de nuestro planeta se usa para producir alimentos que no van a ser consumidos, el dinero perdido por los productores y el incremento de los precios, son algunas de las consecuencias económicas de este fenómeno que supone daños de hasta 750.000 millones de dólares al año; el impacto ambiental también alcanza registros altos debido al uso de agua y las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, para producir alimentos que al final se desecharán. Los países ricos pecan de despilfarro pero no son los únicos culpables, los países en desarrollo presentan pérdidas similares centradas en los procesos de producción y almacenamiento debido a la falta de infraestructuras o problemas de tecnificación.
Algunas personas pobres recorren los mercados al caer la noche en busca de algo que rescatar entre lo desechado por los establecimientos. Los contenedores acumulan alimentos con desperfectos o comida envasada a punto de caducar, pero todavía apta para el consumo, aunque no para la venta, mientras 800 millones de personas pasan hambre en el mundo. La sección de frutería de un supermercado es una buena muestra del despilfarro existente, las frutas y verduras han de pasar un proceso de selección; el color, forma y tamaño de los productos allí expuestos han de seguir una serie de normas de calidad impuestas por las cadenas de distribución. Sin embargo, para la obtención de esos comestibles, se han desechado otros muchos que no cumplían con los requisitos exigidos.
El agricultor sabe que los frutos de su trabajo no van a ser comprados por el mercado porque, a su vez, el consumidor se deja llevar por el aspecto físico; el resultado supone un gasto de recursos inútil y alimentos que son descartados por ser demasiado pequeños o no tener el tono deseado; las ofertas de comprar más, porque sale más barato son en realidad otra forma de derroche cotidiano, un tercio de los alimentos producidos en el mundo se desperdician y arrastran consigo importantes daños económicos y ambientales. En nuestro país se pierden una gran cantidad de frutas, verduras granos tiernos y a veces toda la siembra por razones climáticas, plagas, defectos en la comercialización, falta de silos de almacenamiento, sobre todo por la falta de planificación en los cultivos, en estas circunstancias; el hambre y el derroche son las dos caras de una misma moneda. [F]
Por: Luis Reinoso