El precio de los fertilizantes de síntesis química alcanzó este año máximos históricos, los valores de las materias primas que conforman el mercado de estos insumos como: amoníaco, urea, nitrógeno, nitratos, fosfatos, sulfatos, se elevaron desmedidamente, lo que constituye un riesgo financiero para la producción de alimentos. Este aumento de precios pone de manifiesto que la producción de fertilizantes está concentrada en pocas empresas fuera de nuestro país. El impacto de la guerra en Ucrania sobre el precio de los fertilizantes a nivel global podría aumentar hasta un 13% según proyecciones de la FAO. Este hecho respondería a mayores costos de insumos por los precios elevados del crudo y del gas.
En este contexto de guerra e inflación de crecimiento en el mundo; América Latina sufrirá mayores pérdidas. En el caso de los fertilizantes estamos sujetos a la fuerte dependencia que tienen la mayoría de los países a las importaciones de estos productos: de pronto, tendremos falta de fertilizantes; en especial de nitrógeno. Rusia fue el principal exportador mundial de fertilizantes nitrogenados según la FAO.
Ante esta situación de dependencia, las respuestas pelan a la Agroecología; la misma que es un modelo distinto que pone el foco en la alimentación como un derecho humano y en que el agricultor practique técnicas ancestrales mejoradas mediante la biotecnología.
Todos conocemos que el nitrógeno, uno de los insumos más valiosos para la producción y que está presente en el aire que respiramos y para bajarlo al suelo, la naturaleza tiene muchos mecanismos como la simbiosis o la fijación libre a partir de organismos. Por ejemplo, las leguminosas como la soja, trébol o alfalfa tienen la posibilidad de asociarse con bacterias que fijan el nitrógeno del aire al suelo.
En el caso de otros elementos como el fósforo, el potasio y el azufre, recordemos que los suelos son en un 40 por ciento mineral. No hay escasez de minerales en los suelos, lo que hay es una red trófica que ha sido barrida por los agrotóxicos y por la mecanización, y al no estar ese mineral no está disponible para la planta; lo que propone la Agroecología es regenerar esa red trófica y permitir que las bacterias, los hongos, las levaduras, las amebas interactúen y vayan nutriendo a la planta desde un enfoque integral y no reduccionista.
El origen de esta situación es el desgaste de los suelos que provoca el agronegocio y que requiere cada vez más fertilizantes químicos, lo que pone a girar la rueda de la especulación. Por lo tanto, lejos de ser una cultura agrícola, es un negocio de unos pocos. El Ecuador tiene grandes posibilidades de preparar fertilizantes orgánicos mediante procesos biológicos para reponer todo lo que alteraron los fertilizantes químicos, de manera especial la gran red de microorganismos que interactúan en el ciclo productivo de la planta.