Así describían nuestras abuelas a la capacidad que tiene la clase política, a la hora de hacer componendas para lograr sus objetivos, que normalmente buscan el bienestar de sus grupillos por sobre los intereses ciudadanos. Ahora que han “revivido” una impresionante cantidad de actores, cada uno enarbolando la bandera de su partido o movimiento, en preparación para la temporada de cosecha de votos en marzo próximo, nos preguntamos ¿hasta donde son moralmente permisibles las alianzas?
Siguiendo las estrategias de Sherlock Holmes, famoso investigador inglés, deberíamos identificar el objetivo que persigue la alianza analizada. Los partidos y movimientos políticos se conforman legalmente cumpliendo ciertos requisitos formales, que no revisten mayor problema. El más importante debería ser la declaración de principios o ideología. Esta “razón de ser” de los partidos tuvo plena vigencia en el siglo pasado. Pero han perdido sentido en estos tiempos, especialmente para las nuevas generaciones. Basta pensar que si existe una veintena de ellos, ¿cómo podrían crearse igual número de ideologías? Por lo que debemos dejar, al menos en tela de duda, que sea una ideología lo que aglutina a un conglomerado político.
Entonces deduciríamos que se trata más bien de empresas mercantilistas electoreras que tienen por objeto llevar al poder a un reducido grupo de socios, que tienen en común el interés por el poder, el bienestar personal, o cualquier otra motivación, todas alejadas del bien común que prometen defender. Podemos verificar, de una objetiva observación, los beneficiarios de una alianza, mientras que se “ajustan los principios ideológicos” para justificar la maroma ante los votantes.
Las alianzas políticas están proliferando en nuestro medio, sin el menor reparo o vergüenza de los otrora adversarios irreconciliables, para consolidar el pacto obscuro que los llevará al ansiado poder. Abramos los ojos para entender lo que se oculta detrás de alianzas que ofenden nuestra inteligencia. ¡Sanciones con nuestro voto esta corrupción! [O]
Alberto Salvador