El acto de recordar es fundamental en nuestra vida cotidiana; pero a medida que pasan los años, puede parecer que cada vez es más difícil recordar cosas simples como dónde dejamos las llaves, el nombre del vecino que acaba de mudarse o incluso los compromisos del fin de semana. Sin embargo, este proceso de desgaste no es inevitable y podemos ejercitar nuestra memoria a diario de una forma similar a como entrenamos nuestro cuerpo, para mantener activo y en forma.
Una excelente forma de ejercitar nuestra memoria es a través de la lectura de novelas; retener el hilo de la historia, los vínculos entre los personajes y los detalles de la trama requieren un esfuerzo de memoria mayor en comparación con los textos ordinarios. Además, convertir las palabras en imágenes es una técnica básica que puede ayudarnos a recordar con mayor facilidad; podemos también crear un mapa mental de lugares con los que estamos muy familiarizados, como nuestro barrio, para vincularlos con cosas que queremos recordar.
Si somos amantes de un deporte, tratar de recordar, por ejemplo, todos los jugadores de nuestro equipo favorito puede ser un excelente ejercicio; una vez que los tengamos en nuestra mente, podemos jugar a ordenarlos alfabéticamente y tratar de enumerar la lista de jugadores en ese orden.
Es importante recordar que logramos usar la tecnología de forma inteligente para ayudarnos a recordar cosas importantes. Por ejemplo, llevar en nuestro teléfono una lista de los productos que queremos comprar en el supermercado o una foto de algo que nunca hemos comprado y queremos probar puede ser de gran ayuda. Sin embargo, debemos evitar la tentación de sustituir nuestra memoria por el dispositivo y usar primero nuestro cerebro, chequeando después su desempeño.
Dormir una siesta corta es fundamental para ayudar a la memoria, ya que ayuda a absorber información, cristalizarla y codificarla para luego poder acceder a ella. Diversos estudios han demostrado que hacer una siesta después de haber aprendido algo ayuda a consolidar la memoria de forma más efectiva; la recomendación es dormir entre 20 y 40 minutos, evitando excedernos de una hora, lo que puede interferir con nuestro sueño nocturno.
Por último, debemos tener en cuenta que nuestra alimentación es fundamental para mantener una memoria sana; debemos evitar alimentos ultra procesados con excesos de grasas, sales y preservantes, que pueden disminuir a largo plazo la circulación sanguínea en zonas vinculadas a la memoria, provocando hipertensión, diabetes y demencia.
En resumen, ejercitar nuestra memoria a diario es fundamental para mantenerla activa y en forma; podemos hacerlo a través de la lectura, creando mapas mentales, usando la tecnología de forma inteligente, durmiendo una siesta corta y manteniendo una alimentación saludable. Con estos consejos, conservaremos una memoria activa y saludable a lo largo de los años.