Las lluvias llegaron muy tarde con tal intensidad y persistencia que ha permitido la proliferación de plagas y enfermedades que afectan a los cultivos tanto en la sierra como en el litoral, en donde se observan: mosquitos, hormigas, caracoles, babosas, garrapatas, pulgones, así como los hongos y virus los cuales son portadores de enfermedades a los seres humanos y los animales. Es evidente que el cambio climático modifica las temperaturas, la humedad y los gases de la atmósfera, propiciando el crecimiento de hongos, bacterias e insectos, que alteran la interacción entre las plagas, sus enemigos naturales y sus huéspedes.
Las transformaciones que experimenta la cubierta vegetal de la Tierra, como la deforestación y la desertificación, pueden incrementar la vulnerabilidad de las plantas y los animales que quedan expuestas a nuevas enfermedades; así en las zonas de pastoreo, por ejemplo, las condiciones de mayor aridez pueden reducir el número de abrevaderos, lo que incrementará la interacción entre el ganado y las especies salvajes; los animales acuáticos también están expuestos a enfermedades nuevas relacionadas con el clima, en particular porque sus ecosistemas son muy frágiles y el agua es un medio muy propicio para el crecimiento de organismos patógenos.
Las plagas y las enfermedades siempre han repercutido en la producción de alimentos, ya sea directamente, causando pérdidas en las cosechas de alimentos y en la producción pecuaria o indirectamente por la disminución de los ingresos debido a la insuficiencia de las cosechas de los cultivos comerciales, por lo que se ven obligados a recurrir al tratamiento químico, especialmente en las patatas, tomates, frutales, maíz, fréjol, etc. Hoy en día, el cambio climático y su inestabilidad cada vez mayor exacerban estas pérdidas, y representan una amenaza para la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia rurales en todo el planeta.
Los países en desarrollo que dependen de la agricultura son los más vulnerables a los efectos ocasionados por el mismo ser humano; mientras los agricultores rurales luchan por producir alimentos, las personas pobres de las zonas urbanas cercanas tienen que afrontar una menor disponibilidad de alimentos y a precios más elevados. Según los pronósticos del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología, el clima continuará con presencia de lluvias, lo que obliga al apoyo gubernamental y tomar en cuenta las recomendaciones de los organismos de salud. [I]
Por: Luis Reinoso Garzón