Todas las plantas que tienen flor necesitan ser polinizadas para producir semillas y sobrevivir y gran parte de la dieta de los seres humanos, provienen de plantas polinizadas. Es a través de la polinización que los granos de polen se transfieren de la parte masculina de la planta a la femenina, o de una planta a otra de la misma especie, dando como resultado las semillas que forman las frutas y vegetales que consumimos. Es decir, haciendo a un lado los alimentos básicos como el trigo, el arroz o el maíz que son polinizados por el viento, todos los otros alimentos ricos en micronutrientes dependen de las abejas.
La polinización es crucial para los alimentos que ingerimos directamente; asimismo es vital para la reproducción de plantas utilizadas para alimentar al ganado y otros animales en la cadena alimentaria, y para mantener la diversidad genética de las plantas con flores.
También, para las plantas que se utilizan como biocombustibles como el aceite de palma, el algodón, plantas de usos medicinales y ecosistemas como los bosques, fundamentales para preservar los recursos hídricos.
La falta de abejas provocaría un efecto en cascada: si no tenemos semillas no tendríamos pasto, ni flores, ni frutas, ni animales que se alimentan de frutas. Las abejas y los demás polinizadores juegan un rol fundamental en la regulación de los ecosistemas. Por otra parte, la planta invierte más recursos en la flor que ha sido más polinizada, y esto significa que la fruta que nace de esa flor tendrá un valor nutritivo más elevado y mejor sabor.
Según los investigadores de FAO, cuando hay insectos polinizadores, la cantidad de granos que produce una planta aumenta significativamente y la calidad del grano que fue polinizado con polen de otra planta y no de la misma es mucho mejor.
La mayor amenaza de las poblaciones de abejas es causada por un fenómeno que se conoce como problema de colapso de colonias, por el cual desaparece abruptamente de una colmena las abejas obreras; se desconoce la causa exacta de este fenómeno, pero se cree que se debe una combinación de factores, que incluyen virus y el uso de pesticidas. Sin embargo, hay otras razones que explican la reducción en la diversidad de abejas, según los últimos estudios, coinciden los expertos, es la pérdida de su hábitat natural, el cambio climático que implica un aumento de la temperatura, inundaciones, sequías y las malas prácticas agrícolas.
El avance de las ciudades y la reducción de los espacios forestales significan menos flores y sin flores, las abejas no tienen alimento.
La mejor manera de superar esta amenaza mucho depende de políticas gubernamentales que favorezcan la reducción en el uso de agrotóxicos, y promuevan la variedad de cultivos en oposición a los monocultivos que limitan la diversidad de la dieta de las abejas, y también de los campesinos que son quienes están en capacidad de crear un entorno natural alrededor de sus cultivos para atraer a las abejas.