Por: Dr. Luis Reinoso Garzón
Colectivamente estamos en contra con las conductas irresponsables que contribuyen a la propagación del virus; estamos movilizados contra la desesperanza que alienta el avance de la enfermedad y, sobre todo, las pérdidas de vidas de nuestros seres queridos y de otras personas que luchan por salvarnos de la enfermedad y la seguridad de la población; estamos en orden de batalla para limitar la movilidad de la población y aplanar esa perversa curva que arroja cifras desconcertantes.
_________________________
(P) PUBLICIDAD
_________________________
Estamos en combate, pero no solo contra el COVID-19. Cada uno de nosotros libra una batalla para evitar contagiarse y contagiar o para curarse si el patógeno nos ha infectado. Estamos en guerra, pero no solo contra un virus de alta letalidad por su facilidad de contagio, sino contra la resignación de ver cómo nuestros adultos mayores afrontan angustiados el riesgo de que el virus incline fatalmente la carga de morbilidad; estamos viendo como las casas de acogida de adultos mayores, lugares abruptamente arrancados al olvido, se convierten en ataúdes sociales; imaginémonos la angustia, el miedo y la desesperación que puede difundirse en una residencia cuando se registran y se conocen casos de coronavirus y todos sus mayores quedan aislados, sus lazos con el exterior, a menudo ya escasos, rotos por el confinamiento.
Estamos desconfiados con los gobernantes y los no gobernantes que, en vez de concentrarse en lo importante, que en esta ocasión es también lo urgente, se enardecen en controversias partidistas que están muy lejos del espíritu de unidad que reclama la población. Hoy no hay votantes, sino ciudadanos deseosos de que sus administradores acierten con sus decisiones. Ya llegará el tiempo de la evaluación, que será especialmente rigurosa con aquellos políticos que no hayan estado a la altura de las circunstancias.
Estamos en guardia no solo contra una enfermedad que no distingue clases sociales, sino contra los devastadores efectos económicos de una pandemia que golpeará con más fuerza a los más débiles.
Estamos en pie de lucha contra muchos virus. Cuando la enfermedad nos dé tregua ya no seremos los mismos. Y si no seremos los mismos, no tendrá sentido que volvamos a hacer lo mismo. La próxima batalla habrá de encontrarnos mejor preparados para responder al tipo de sociedad que queremos para nosotros y para las siguientes generaciones. Para ganar realmente esta batalla, que es una más, aunque especialmente cruel, en la guerra por la supervivencia como especie, tendremos que cambiar realmente cómo vivimos.