El 1º de Octubre, de cada año, ha sido designado como el Día del Pasillo Ecuatoriano, en homenaje de recordación del natalicio de Julio Alfredo Jaramillo Laurido, quien naciera en esta fecha en 1935. Si es que viviera hasta hoy, el popular “J.J.” En este hermoso género musical, ha sido, es y será uno de los mejores exponentes, pues trascendió las fronteras con nuestra música.
Actualmente se sabe que su producción musical ronda las 400 producciones discográficas , aunque lamentablemente en Ecuador no se ha podido contar con un registro completo de su obra, por lo que muchos de sus discos son desconocidos en el país. El guayaquileño Alfredo Enderica (coleccionista ecuatoriano) cuenta que a un amigo en Japón lo llevaron a visitar el Club de Fans de Julio Jaramillo donde un cantante, que no hablaba español, interpretaba fonéticamente el tema Nuestro Juramento. A ese club pertenece Yoshinori Yamamoto, quien con más o menos 4.500 grabaciones es el mayor coleccionista de Jaramillo en el mundo. El segundo es un mexicano con 4.000 grabaciones, el tercer coleccionista es un venezolano, con poco menos de 4.000. “Con mis 3.802 grabaciones yo soy el cuarto mayor coleccionista”, afirma y cuenta que Jaramillo durante sus 23 años de vida artística grabó más de 5.000 canciones. Su primera grabación, de tinte político, fue la Marcha Guevarista –en honor a Carlos Guevara Moreno– en 1955, de la cual se editaron solo 12 discos para distribuirlos en las emisoras radiales. Así que un disco de esos vale un dineral. Hay incrédulos que dudan que JJ haya grabado tal cantidad de canciones pero ignoran, que una vez en México grabó 10 long play en una sola semana. Comenta que las grabaciones que hizo Jaramillo en Argentina, México y Venezuela son las más valiosas y difíciles de conseguir, por ejemplo, el vinilo Julio Jaramillo Por Siempre o Julio Jaramillo 30 Grandes Éxitos, editado en España como Disco de Oro. Vale recordar, que el vals “Que nadie sepa mi sufrir” compuesto por el argentino Ángel Cabral en 1936, fue un gran éxito en la voz de Julio Jaramillo; y existe otra versión de esta canción en francés conocida como La Foule, que también fue un gran éxito en la voz de Édith Piaf.
En 1993, en el Gobierno de Sixto Durán Ballén, se firmó el Decreto Ejecutivo 1.118, en el que se declara al 1º de Octubre como el día de celebración de este género musical. Igualmente, el 11 de Octubre de 2012, el Ministerio Coordinador de Patrimonio, el Ministerio de Cultura y el Instituto de Patrimonio Cultural iniciaron el proceso para declarar al pasillo como Patrimonio Cultural del Ecuador, porque es la “música, que identifica a los ecuatorianos”.
El pasillo surge durante la época independentista en los Andes neogranadinos y gran colombianos en las primeras décadas del siglo XIX como una adaptación del valsaustriaco, variación que determinó un cambio rítmico. El movimiento se hizo acelerado y hasta vertiginoso en su forma coreográfica. En Colombia y Ecuador recibió el nombre de pasillo y en Venezuela conservó el de valse. La exigencia de su interpretación exigió una celeridad que puso en prueba a los bailarines más diestros y se convirtió en una “pieza de resistencia” en que un bailarín, después de tres o cuatro ejecuciones quedaba físicamente agotado. Era de rigor en los salones el uso del pañuelo en la mano para no impregnar de sudor a la dama, ya que se trataba, no de una danza suelta popular sino de un baile “cogido” en que la pareja estrechamente abrazada por la cintura debía girar velozmente muchas veces hasta provocar el vértigo; eran frecuentes los desmayos en estos saraos muy concurridos. Llegó a ser un símbolo musical del mestizaje hispanoamericano.
El pasillo se extendió a finales del siglo XIX hacia Centroamérica, haciendo su primera escala en Panamá, que en ese tiempo hacía parte de Colombia. Fue llevado por militares y altos funcionarios del gobierno, convirtiéndose en uno de los bailes de preferencia de la aristocracia tanto urbana como rural del istmo.
Debido a la llegada de colonos panameños provenientes de la provincia de Chiriquí pasó hacia Costa Rica, y de este último a Nicaragua y a El Salvador.
Así mismo, desde Ecuador llegó a ser popularizado en Perú y otros países de Suramérica .
En sus inicios el pasillo era solamente instrumental y su ejecución se basaba en los tres instrumentos «básicos» de la música andina: bandola, tiple y guitarra a veces complementados con violín. Posteriormente aparece el pasillo vocal que incluye letras de gran contenido poético e incluso son poemas musicalizados como «Sombras», de Amílcar H. Díaz y musicalizado por el ecuatoriano Carlos Brito; «Mis flores negras» poema del colombiano Julio Flórez cuya versión musicalizada se atribuye al ecuatoriano Carlos Amable Ortiz, y «Adoración» del ecuatoriano Genaro Castro musicalizado por el también ecuatoriano Enrique Ibáñez Mora.
FUENTE: RadioMorena640.com