Entre las “novedades” que nos ha traído esta campaña tan concurrida, escuchamos algunos iluminados decir que la solución es hacer de los gobiernos seccionales, entes empresariales, que comprometerían recursos destinados a la obra pública tan atrasada, y los pondrían en riesgo. Todo negocio de prestación de bienes o servicios está expuesto a pérdidas, las cuales son casi una certeza para las empresas públicas.
Las ilusas justificaciones tratan de demostrar el supuesto abaratamiento de las obras que se harían directamente, sin intermediarios. Absurdos como reducir en 90% el costo de obras de vialidad por el mero hecho de contar con la maquinaria, no pasan la más elemental prueba de factibilidad. Sin hablar de la triste realidad del bajísimo rendimiento de los empleados públicos que deberían ser contratados, en número excesivo, para acomodar a los compañeritos del movimiento político.
Ejemplos del desastre en que se convierten esas alucinaciones, las tenemos en exceso. Basta revisar la empresa FABREC que el Estado constituyó para auto venderse uniformes militares. Ha acumulado pérdidas por $200 millones! En lo local, EPAGAL llegó al punto de quiebra en abril 2016 a pesar de que solamente debía cobrar por la recolección y disposición de la basura y pagar el servicio al aliado estratégico GLOBAL PARTS. Acumuló pagos atrasados por dos años y medio hasta que fue ordenada a pagar, para lo cual no tenía dinero que hasta ahora no aparece.
Las empresas público – privadas requieren un aporte MAYORITARIO del ente público, siempre que encuentre un socio privado que tenga interés en poner su parte minoritaria y administrar el negocio, asumiendo las pérdidas y repartiendo los beneficios. Condiciones poco atractivas para inversionistas.
Los cuatro niveles de gobierno tienen bastante con atender las competencias que están claramente establecidas y no distraer los siempre escasos recursos en aventuras que pagarán los ciudadanos, tarde o temprano. PONGAMOS LÍMITE A LA DEMAGOGIA ELECTORAL! [O]
Por: Alberto Salvador