Se acerca el último día del año y con ello la toma de decisiones, recordando lo Bueno, quemando lo malo del año que termina, haciendo fieles propósitos de mejorar para lograr una vida más feliz. Una manera de ejercer este derecho a reconocer lo que NO queremos que se mantenga, es la elaboración de monigotes y su incineración, acompañada de música, baile, algarabía, viudas, canelitas y más, que marcan el estado anímico de los “deudos” del año que termina y sus anhelos. Es el momento en que debemos dilucidar, ¿a quién vamos a quemar?
Facilitaríamos las cosas haciendo una breve lista de los personajes más nefastos que nos dejó el año que termina. No cabe duda que en el sector político hay un exceso de candidatos a monigotes, semejante al monumental número de candidatos para las elecciones de marzo 2019: más de 75.000. Si nos limitamos a los cabecillas de las más afamadas bandas de malandrines que se han ganado la peor reputación, seguramente que, el partido que desgobernó por diez interminables años de vacas gordas, llevará la delantera.
Sin embargo, los gobiernos seccionales no se quedan muy distantes. Tenemos casos “emblemáticos” de incapacidad para gobernar y sobre capacidad para burlar las normas de conducta, en su propio beneficio, con un alto grado de corrupción que difícilmente serán olvidados. Por lo cual, me atrevo a pensar que basta con los políticos que ocuparon los primeros lugares en deshonestidad a nivel nacional y a nivel local, tenemos suficientes monigotes en potencia.
Siendo esta expresión cultural arraigada en nuestro medio, al menos tendremos la oportunidad de manifestar nuestro descontento con por lo menos uno o dos de estos “angelitos” que por boca propia merecen los altares, pero que por sus obras merecen una paila privilegiada para pagar sus faltas. [O]
¡QUEMADO EL VIEJO, INICIEMOS UN NUEVO Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!
Por: Ing. Alberto Salvador