Debemos tomar muy en serio tanto la escasez de agua reflejada en patrones de lluvia impropios; que ahora son la realidad con la que todos vivimos. La escasez de agua está afectando hoy a más de 3.000 millones de personas en todo el planeta, porque la cantidad de agua dulce disponible para cada persona se ha desplomado en una quinta parte en dos décadas, según muestran los datos.
En el sector agrícola aproximadamente 1.500 millones de personas sufren una grave escasez de agua e incluso sequías, ya que una combinación de la degradación climática, el aumento de la demanda y la mala gestión han hecho que la agricultura sea cada vez más difícil en diversas zonas del mundo. Por estas razones, La ONU advirtió que miles de millones de personas enfrentarían hambre y una escasez crónica generalizada de alimentos como resultado de la falta de conservación de los recursos hídricos y el impacto de la crisis climática.
Los cultivos que crecen sólo con el agua de la lluvia, sin la ayuda del riego artificial representan el 60% de la producción mundial y el 80% de la tierra cultivada y el resto se beneficia del riego. Sin embargo, la irrigación no es una panacea: más del 60% de las tierras de cultivo irrigadas con fines agrícolas padecen de estrés hídrico. El riego incorrecto puede causar desperdicio de agua, agotar los recursos no renovables, como los acuíferos subterráneos, y una mala gestión puede hacer que algunos agricultores pierdan recursos hídricos para siempre.
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Los sistemas de riego a pequeña escala y dirigidos por agricultores a menudo son más eficientes que los proyectos a gran escala. Los esquemas a gran escala financiados por el Estado en algunos países se han basado en aprovechar directamente las aguas subterráneas, ejerciendo una presión excesiva sobre ese recurso. Pero los pequeños agricultores se enfrentan a dificultades adicionales, como la falta de una tenencia segura de los derechos de agua y el escaso acceso a financiación y crédito.
En nuestro país sin embargo de disponer normas, leyes para el uso del agua están mal administradas, y los sistemas de riego son obsoletos, sobre todo no se protegen las fuentes de agua como los páramos, los humedales, tampoco las fuentes freáticas, que constituyen las reservas para el futuro. Es urgente implantar políticas sobre el uso adecuado de los recursos hídricos con sistemas de riego por aspersión microaspersión riego por goteo. Además, es inminente recolectar agua lluvia que se desperdicia; es necesario construir grandes reservorios, finalmente apoyar una masiva reforestación en todo el territorio para atraer las lluvias.
El 25% de los hogares en zonas rurales no cuentan con agua potable. La desnutrición infantil está vinculada a la falta de acceso a agua segura y en Ecuador uno de cada cuatro niños y niñas sufre de desnutrición crónica. Ocho de cada 10 niñas, niños y adolescentes del área rural no tienen acceso al agua.
Sin embargo, Ecuador tiene una de las tasas más alta de disponibilidad de agua por habitante. Pero hay zonas donde el acceso es limitado. A esto se suma la contaminación de los ríos a donde van las aguas sin tratamiento. Este es uno de los principales problemas para el país, según los expertos consultados.
Los principales contaminantes del agua incluyen bacterias, virus, parásitos, fertilizantes, pesticidas, fármacos, nitratos, fosfatos, plásticos, desechos fecales y hasta sustancias radiactivas. Estos elementos no siempre tiñen el agua, haciendo que la contaminación hídrica resulte invisible en muchas ocasiones.