Las olas de calor, así como otros fenómenos meteorológicos como inundaciones e incendios, se han relacionado con un aumento de los síntomas depresivos en las personas y un aumento de los síntomas de ansiedad; de manera que este fenómeno de calor tiene un gran impacto en nuestra salud física y mental. Los médicos suelen temerles, ya que las salas de emergencia se llenan de pacientes que sufren deshidratación, delirio y desmayos. También existe un vínculo entre la temperatura alta diaria y el suicidio y los intentos de quitarse la vida; en términos generales por cada aumento de 1 grado centígrado en la temperatura promedio mensual, las muertes relacionadas con la salud mental aumentan en forma preocupante. Los picos en la humedad relativa también terminan en una mayor ocurrencia de suicidios.
La humedad y la temperatura, que están cambiando, como resultado de la alteración del clima causado por el ser humano, se han relacionado con un aumento de los episodios maníacos en personas con trastornos depresivos. Este estado de la enfermedad causa un daño significativo y puede dar lugar a la hospitalización por psicosis y pensamientos suicidas.
Por otra parte, ciertos fármacos utilizados para tratar enfermedades psiquiátricas pueden reducir su efectividad por la presencia de calor. Sabemos que muchos medicamentos aumentan el riesgo de muerte relacionada con el calor, por ejemplo, los antipsicóticos, pueden suprimir la sed y provocar deshidratación en los pacientes. Algunos medicamentos funcionarán de manera diferente según la temperatura corporal y el nivel de deshidratación, como el litio, un estabilizador del estado de ánimo muy potente y ampliamente utilizado, que se prescribe con frecuencia a las personas con trastorno psicológicos. El calor también puede afectar la capacidad de pensar y razonar de las personas que no tienen un trastorno de salud mental. Las investigaciones muestran que las áreas del cerebro responsables de resolver tareas cognitivas complejas se ven afectadas por el estrés de calor. Cuando las personas no piensan con claridad debido al calor, es más probable que se frustren y esto, a su vez, puede conducir a estados de agresividad.
Hay pruebas sólidas que relacionan el calor extremo con un aumento de los delitos violentos, incluso una elevación de uno o dos grados centígrados en la temperatura ambiente promedio puede provocar un aumento en las agresiones, las razones de estos fenómenos implican una compleja interacción de factores psicológicos, sociales y biológicos. Por ejemplo, una sustancia química del cerebro llamada serotonina, que, entre otras cosas, mantiene bajo control los niveles de agresión, se ve afectada por las altas temperaturas.
Las olas de calor y los efectos que tienen en nuestra salud mental son recordatorios importantes de que lo mejor que podemos hacer para ayudarnos a nosotros mismos y a las generaciones futuras es actuar todos sobre el cambio climático.