El sistema alimentario ejerce alta presión sobre la gestión del suelo, y en particular sobre la deforestación. Si se talan muchos bosques, básicamente se arruina el sistema de regulación del ecosistema porque los bosques, absorben y almacenan dióxido de carbono, pero también son el hábitat de especies silvestres y reservorios de biodiversidad. Más de 40% de las tierras del mundo se convirtieron zonas agrícolas, lo que llevó a la pérdida de más de la mitad de los bosques del planeta; la agricultura industrial es una de las principales responsables, y en especial la producción ganadera, la de soja y la de aceite de palma; esta realidad se observa en la Amazonia, donde se talaron árboles para dar lugar a la cría de ganado y al cultivo de soja, la mayoría de la cual se usa para fabricar forraje para el ganado y no para el consumo humano.
Pero la actual producción de alimentos está entre las principales responsables de la degradación ambiental en el mundo y de seguir los actuales patrones de producción, consumo y desperdicio, pronto superaremos nuestros límites planetarios con el cambio climático y el uso de la tierra necesarios para sobrevivir. La utilización intensiva de fertilizantes también disminuyó la productividad del suelo, generando degradación y hasta desertificación de tierras, pero la forma en que comemos y producimos los alimentos supone una amenaza para la seguridad alimentaria en el futuro.
Tres medidas ambiciosas son necesarias para mantenerse dentro de los límites ambientales, que incluyen las mejoras tecnológicas que pueden aumentar la producción de alimentos sostenibles y así disminuir la demanda de más tierras cultivables. Otra medida aún más razonable, es cambiar a una dieta basada en vegetales; este cambio será aún mejor para evitar las emisiones de gases invernadero, y será una dieta más equilibrada y más saludable; los alimentos que comemos y cómo los producimos determina la salud de las personas y del planeta, y actualmente estamos haciendo muy mal; necesitamos una revisión significativa, cambiar el sistema mundial de alimentos en una escala nunca vista antes, de tal forma que sea apropiada para las situaciones de cada país. La dieta recomendada por la Comisión Lancet requiere reducir a la mitad el consumo de carnes rojas y duplicar el de granos, verduras, frutas y nueces.
La transformación que promueve la comisión no es superficial ni simple, se necesita aplicar, incentivos y normativas para que comunidades y gobiernos desempeñen un papel en múltiples niveles para redefinir cómo nos alimentamos. La respuesta está en nuestra conexión con la naturaleza, y si podemos comer de una forma que le sirva tanto al planeta como a nuestros cuerpos, se recuperará el equilibrio natural de los recursos de la tierra.[F] Dr. Luis Reinoso Garzón.