Mgs. Eduardo Guerrero Guevara
En los puestos de vacunación hay gran afluencia de personas de la tercera edad, algunas asistiendo a su cita programada y otras pidiendo ser atendidas debido a que no constan en las listas o perdieron el turno. Me pongo en los zapatos de cada uno de ellas, por su edad les es muy difícil caminar, hay las dificultades de transporte y el gasto económico que les representa.
El coronavirus, a más del drama humano, muestra un sistema estatal de salud con dificultades; empezando por los escándalos de corrupción que afrontan algunas autoridades al hacer mal uso de los recursos públicos, hasta la ineficiencia del plan de vacunación, quizá por la abrumadora cantidad de personas a ser vacunadas, pero también debido a la falla en la planificación para su implementación. Es de evidenciar el gasto que representa al Estado la adquisición de las vacunas y el tratamiento de los infectados por el COVID 19, en una economía deficitaria.
No es menor la falta de responsabilidad ciudadana; hay ausentismo motivado diversas causas sociales y culturales, la desinformación de medios de comunicación. la influencia de los rumores pueblerinos; hay un miedo y desconcierto poblacional. A pesar que la vacunación es uno de los pilares para la vida, en algunas culturas hay creencias contrarias, quizá porque anteriormente algunas enfermedades les afectaban o porque la forma de curar las dolencias es con lo que les provee la naturaleza.
La desigualdad también es parte de la realidad; se indica que en los países con muchas posibilidades económicas están vacunados un promedio de 1 de cada 4 habitantes; en los países con menos posibilidades, llamados pobres, están vacunados un promedio de 1 de cada 500 habitantes. Las farmacéuticas que fabrican las vacunas se encuentran en ese bloque de países, sus gobiernos cuentan con recursos económicos suficientes y hay influencias por los acuerdos bilaterales o los convenios internacionales.
La responsabilidad compartida entre el gobierno y los ciudadanos debería ser una estrategia para solucionar los problemas que ha representado la vacunación para el COVID 19. Mejorar el sistema de vacunación con negociaciones efectivas con los fabricantes a precios razonables, una logística eficiente en el proceso de llagar a los ciudadanos, un sistema de información efectivo y un liderazgo de las autoridades. A la ciudadanía le corresponde desechar los rumores, confiar en las vacunas e informarse por los canales oficiales.
Esperamos que el nuevo gobierno cumpla con su ofrecimiento de vacunar a 9 millones de personas, 90 mil diarias, en los primeros 100 días de gestión, sin desconocer los esfuerzos del actual con sus errores y aciertos. La pregunta es: ¿qué pasará luego con el resto de personas que faltarán? (O)