CUIDATE, QUE TE CUIDARÉ
Es una frase adaptado de la Biblia que indica la responsabilidad que cada uno de nosotros tenemos para preservar la salud y la vida. De cada uno depende el bienestar que alcancemos en la relación consigo mismo, con los semejantes y con la naturaleza. Cuídate que te cuidaré es el grito en estos momentos de pandemia, donde las personas no son conscientes de la responsabilidad frente a la salud de los seres queridos.
Asistimos a un mundo dominado por el relativismo, donde las normas morales se aplican según la utilidad que cada uno le dé, es decir son fruto de lo individual; cada individuo determina lo que es malo y lo que es bueno de acuerdo a su conveniencia; niega las reglas de la convivencia social regidas para regular la coexistencia humana para el bienestar de todos.
El ser humano se vuelve individualista y su accionar se rige a los criterios y valores que cambian en las circunstancias que enfrente en el día a día. Frente al peligro de la pandemia, las personas no toman las medidas de bioseguridad, ponen en peligro la salud personal y de sus familiares, incrementando el contagio masivo hasta saturar los servicios de médicos.
El confinamiento dispuesto por el gobierno el año pasado, debió ser una etapa de aprendizaje, primero por las enseñanzas de las medidas a ser tomadas para evitar el contagio, pero también de las consecuencias económicas que significó; privó del trabajo a la mayoría, sobre todo trajo problemas para la subsistencia de las familias.
Según las estadísticas de los casos registrados, el COVID-19 ha infectado a un poco más de 361 mil personas y han fallecido casi 18 mil; pero hay muchos más que se han curado en sus domicilios y no fueron reportados, igualmente sucede con las muertes. Los hospitales están a su máxima capacidad y ya no existe espacio para recibir más pacientes; el personal de salud por su juramento hipocrático hecho cuando se invistieron en su profesión, se han sacrificado para salvar vidas; estas personas ven con mucha rabia la desobediencia.
La afectación trasciende al ámbito netamente del bienestar personal, como también a las actividades económicas particulares y empresariales, empeorando la pobreza y las consecuencias sociales que esto acarrea.
Ante la saturación del sistema de salud y el desabastecimiento de medicamentos e insumos médicos para la atención emergente de la enfermedad, a consecuencia del agravamiento de la pandemia en 16 de las 24 provincias del país; el gobierno nacional ha decretado el estado de excepción desde el viernes 23 de abril, hasta el 20 de mayo de este año, de acuerdo a horarios.
Esta decisión tomada no será bien vista por el sector empresarial, especialmente por los que manejan el trismo y otros servicios que se mueven durante los fines de semana, pero en el corto plazo ayudará a bajar los niveles de contagios y aliviar el sistema de salud. Las normas no ayudan para que seamos buenos ciudadanos, es la conciencia de cada uno, es la actuación y la responsabilidad consigo mismo y con los demás, que contribuirán a controlar esta pandemia que amenaza en destruir al ser humanos mientras se masifican las vacunas. (O)