La Amazonía es el único pulmón del Planeta que nos queda, sin embargo no ha escapado a la voracidad del ser humano que está explotando sus recursos en forma desmedida y sin control, así la industria minera es la que ha incursionado en territorios indígenas que según informó Eco ciencia, la industria minera está afectando a 1.131 territorios de pueblos en la selva amazónica de los cuales 370 han sido invadidos por la minerías ilegal, según el estudio efectuado en seis de los nueve países que comparten esa región suramericana, (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela), que suman alrededor de 450.000 kilómetros cuadrados entre territorios indígenas, concesiones mineras y minería ilegal. La mayor parte de los territorios corresponden a concesiones entregadas por sus propios gobiernos.
El reporte señala que en Perú, Ecuador y Bolivia la deforestación es tres veces mayor en los territorios indígenas que tienen presencia de minería, en comparación con aquellos que están libres de esa actividad. El estudio, además, dejó al descubierto que la minería ilegal en la Amazonía, especialmente la llamada artesanal y de pequeña escala, ha crecido de manera exponencial en los últimos años.
En Ecuador, hay 425 concesiones mineras que se encuentran en estado de exploración o explotación y que se cruzan con territorios indígenas, lo que equivale a 65.189 hectáreas. Se estima que el 77 % del oro extraído en Ecuador se produjeron ilegalmente, afectando a varios territorios indígenas. Tanto la extracción superficial, como la subterránea, incluyen los siguientes aspectos: drenaje del área de la mina y descarga del agua de esta; remoción y almacenamiento, eliminación de grandes volúmenes de desechos; y traslado y procesamiento de los minerales o materiales de construcción.
Las nacionalidades indígenas ecuatorianas afectadas por esta realidad son de las etnias Cofán, Kichwa, Secoya, Shuar y Waorani, según datos de eco ciencia, Entre los principales impactos que puede originar la minería se encuentran: la destrucción de la corteza terrestre, la contaminación de las aguas, la afección a la flora y fauna del entorno próximo a la explotación minera y los efectos negativos en la salud humana de las poblaciones cercanas a la actividad minera.
Como recomendación, se debe fortalecer los derechos sobre la tierra y los recursos naturales de los pueblos indígenas, así como establecer y hacer cumplir salvaguardas sociales y ambientales alineadas con los estándares internacionales,también se debe monitorear de manera mucho más consistente, especializada y profesional las operaciones mineras en las tierras indígenas y en las áreas protegidas e intensificar los esfuerzos para identificar y enjuiciar a quienes facilitan las prácticas mineras ilegales.