Mgs. Eduardo Guerrero
Observando desde las alturas al callejón interandino de la provincia de Cotopaxi, notamos que se encuentran muchos invernaderos, la mayoría para la producción de flores, constituyéndose en la segunda provincia que produce a nivel de Ecuador; así como también grandes plantaciones de brócoli, que, según un estudio de la Escuela Politécnica del Ejército, ya en el 2016 representaba el 68% de la producción nacional, con aproximadamente 430.000 hectáreas de ocupación. Dando fuentes de trabajo a miles de familias.
Las opiniones se han centrado en la generación de empleo; que es fundamental para la subsistencia y acortar la brecha del desempleo. Los capitales invertidos deben generar ganancia; pero esa misma ganancia debe ser consecuente con el bienestar de los trabajadores dotándoles de los implementos necesarios para su desempeño.
Toda actividad económica debe ser consecuente con una responsabilidad social empresarial; según las teorías del conocimiento consultadas en internet, la responsabilidad social es la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con los interlocutores.
Esto incluye una serie de normas, deberes y derechos para cada grupo que integra una empresa: empleadores, empleados, comunidad y medio ambiente; donde cada uno responde para el bien y bienestar de todos. Lo que se llama ganar y ganar.
Por sobre las ganancias empresariales, está la responsabilidad social; porque primero está el ser humano y no el capital. En un mundo capitalista, con la dictadura del mercado monetario, existen empresas gobernadas por los principios éticos, combinando la finalidad para la que fueron creadas, con el bienestar de todos los actores que están a su alrededor.
Empresas grandes, medianas y pequeñas consientes de generar ganancias, procurando el bienestar laboral, afectivo y económico de sus empleados. Apoyando acciones comunitarias en la búsqueda de intereses colectivos con emprendimientos que lleven a un desarrollo social. Preocupados por la conservación del medio ambiente para garantizar un entorno sano y seguro.
Finalmente quiero dejar como conclusión lo que dice la Doctrina Social de la Iglesia: “El ideal es transformar a la empresa en una verdadera comunidad humana y humanizadora, compuesta de personas libres y autónomas, en medio de una sociedad abierta y pluralista, propiciando un esfuerzo creativo, más participado y responsable, por el que se consiga una producción eficaz de bienes y servicios…” respetando al ser humano, a la comunidad y a la naturaleza. [O]