Por: Dr. Luis Reinoso Garzón
Es muy importante la mentalidad con la que nos enfrentamos a esta crisis; tenemos que ver este momento, como una oportunidad de transformación y tener en cuenta que ahora podemos hacer cosas que no nos atrevíamos hacer hasta ahora; es el momento de abordar los problemas estructurales de los que llevamos tiempo hablando con el objetivo de mejorar la productividad de nuestro país. Y, para ello, es imprescindible mejorar la ocupación de nuestros ciudadanos, aplicando políticas activas de empleo y por la preparación de nuestros ciudadanos para dotarles de una educación y formación en todos los rangos de edad que nos sirvan para enfrentar a los retos de un entorno que va a requerir habilidades muy distintas a las actuales. La oferta de formación tiene que dar respuesta a las demandas del mercado de trabajo, y debe buscar la integración también de los segmentos de la población con menos capacidad de entrada al mercado laboral: jóvenes, parados de larga duración y personas con discapacidad. Este es un reto esencial para la sociedad ecuatoriana y de hecho es el proyecto más importante e inclusivo que deberíamos proponernos como colectividad.
En Ecuador la desigualdad se produce, principalmente, por nuestra elevada tasa de desempleo causada por la pandemia; por lo tanto, debemos preservar y mejorar el empleo, los puestos de trabajo, y para conseguirlo es primordial apoyar a los empresarios y a los autónomos, porque son ellos los verdaderos generadores de empleo; de esta forma, conseguiremos en buena medida que no se agudicen las brechas sociales.
Además, el desempleo está íntimamente relacionado con la educación. a mediano y largo plazo debemos trabajar para mejorar la empleabilidad de nuestros ciudadanos. Del mismo modo, la educación financiera es fundamental para trabajar los modelos de ahorro, de inversión, de emprendimiento y de justicia social, que van a ser vitales para relanzar la economía verde, y para que ganemos en igualdad y en cohesión social.
En nuestro país se debe Iniciar una transición efectiva hacia una economía verde que requiere de la participación e inversión de los sectores públicos y privados en diferentes rubros, entre los que destacan la agricultura, la energía, los bosques, el turismo, el transporte, la manufactura, la pesca, los desperdicios y el agua. Algunas de las inversiones verdes serían, por ejemplo, tecnologías de energía renovable, eficiencia energética tanto en edificios de nueva construcción como en los ya existentes, transportes razonables y en la agricultura sostenible. La transformación hacia una economía ecológica debe ser una oportunidad para nuestro país y no una amenaza.[F]