Por: Dr. LUIS REINOSO GARZON
La pandemia que hoy sufre la población mundial nos hace conocer algo que ya sabíamos: las desigualdades, los problemas sociales, riesgos y amenazas de toda clase; sin embargo, nos abre una oportunidad para pensar en una nueva agenda social y económica, construir alternativas de desarrollo, construir propuestas desde las comunidades y pueblos, una nueva realidad que nos invita a reencontrarnos con la Madre Tierra. En definitiva no podemos regresar a la normalidad, porque la normalidad es el problema, se trata de una normalidad producida por la globalización del capital, que busca la acumulación del dinero, la mercantilización de los elementos de la Naturaleza, esta normalidad es el despojo y la destrucción de los territorios ancestrales, desvío y contaminación de los ríos, es la desigualdad, es la exclusión social y económica, es el racismo, el empobrecimiento, la desnutrición el hambre, el desempleo, la precarización. Históricamente las crisis económicas no han sido las mejores aliadas en materia de desarrollo humano; si vemos lo que ocurrió tras la última gran crisis económica mundial de 2008, las consecuencias fueron nefastas; solo tomando algunos indicadores, en materia de desigualdad social, inmediatamente después de la crisis, la población con hambre creció en cien millones de personas; en materia económica, se consolidó el proceso de concentración de la riqueza.
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En este nuevo escenario de pandemia, algunos celebran, ingenuamente, el hecho de que el “planeta descansa”, mientras los humanos reducimos el consumo y la producción industrial; así, la cuestión ambiental vuelve a ser relegada, cuando, al contrario, deberíamos ratificar lo prioritario de esta agenda ambiental 2020, que incluso puede ayudarnos a superar la crisis actual desde un nuevo concepto de sostenibilidad, ya que las nuevas problemáticas surgidas a partir de la pandemia no reemplazan las anteriores, sino que se suman a las exigencias y compromisos preexistentes. Mientras se va aclarando la crisis y se empiezan a ver luces de esperanza al final del túnel, hay un paso esencial: el de la evaluación, el aprendizaje y la recuperación; preguntándonos a nivel individual, ¿qué hemos aprendido durante el confinamiento?
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En el Ecuador esta pandemia, que nos toca vivir tiene que traducirse en cambios reales de hábitos de comportamiento, de salud, de cultura, de civismo, de respeto a las leyes y la naturaleza, tenemos que ser diferentes, con nuestra familia, recuperando la autoridad de los padres y maestros para la formación de nuestros hijos, tenemos que ser más solidarios, más humanos. Tenemos todo en nuestra mano para superar este duro momento. No será fácil, pero lo conseguiremos.