Por razones que no son muy claras para los comunes mortales, nos han impuesto una larga espera entre la elección de las nuevas autoridades seccionales y su posesión. Tenemos derecho a cuestionar este período de suspenso, en que los que están, ya no son, y los que son, aún no están. Mirando el comportamiento de los que se van, además de estar trompudos, seguramente porque ya no les rinden honores, tratan de lavar los trapos sucios y poner en orden las cosas contra reloj para hacer la “transición ordenada”. Mientras que los nuevos, reciben los honores que corresponden a su nuevo rango, sin que puedan actuar por el momento.
De mala gana, los dolientes caminan justificando lo injustificable. No hemos escuchado que alguno de los castigados tenga la entereza de evaluar objetivamente su gestión y aceptar los errores que cometieron. Muy por el contrario, vemos total abandono de parte de concejales y alcaldes en todos los cantones de la provincia, mientras los ratones corren por la obscuridad en busca de pedazos de queso que no quieren dejar de ponerse al bolsillo.
Increíblemente, existen contratos de última hora que tratan de firmar a ultranza, sin que les preocupe la sospecha que levantan, que en muchos casos son certezas. ¿Acaso no sería honesto poner en consideración del nuevo alcalde y concejales los problemas que quedan por ser atendidos, que no siempre son lo que los discursos de campaña relievaron?
La evaluación de lo antedicho nos lleva a concluir que el último mes de espera para que asuman los recientemente electos ciudadanos, es un tiempo perdido porque no pueden actuar los que entran, mientras que caminan arrastrando las extremidades inferiores los que salen, buscando tapar los huecos y cerrar cualquier contratito pendiente. Muerto el Rey… ¡viva el Rey! [O]
Por: Ing. Alberto Salvador