Es completamente falso atribuir el deterioro del ambiente a la irresponsabilidad del ser humano, al olvido de la naturaleza o a las manipulaciones de la ciencia; la crisis ambiental es consecuencia de un sistema social asentado en el apetito por el lucro; durante 200 años la competencia por la ganancia de dinero, provocó la aniquilación de los recursos naturales, así el desarrollo capitalista se ha basado en una matriz energética de combustión de los recursos no renovables primero carbón, luego el petróleo, que junto a la deforestación y la emisión de gases han desencadenado el recalentamiento global; por lo tanto el desastre ambiental tiende a quebrar los equilibrios ancestrales, que permitieron construir sociedades basadas en el intercambio del hombre con la naturaleza; acompañan a este fenómeno la intervención de otros fenómenos que rompen estructuras inmemoriales de convivencia humana como la urbanización contemporánea es un ejemplo de estas calamidades, por primera vez en la historia, más del 50% de la población mundial ha quedado aglomerada en asfixiados e ingobernables centros urbanos.
Pero para superar esta crisis debe ser con la participación de los niños y los jóvenes que hoy cursan su educación básica y a quienes se les debe preparar para que se despierte en ellos el interés por comprender los alcances que tiene el cuidado del medio ambiente para beneficio de todos los seres del planeta; es a partir de esta etapa de su formación, desde donde se debe desarrollar la conciencia ecológica, conciencia que ahora se llama sustentabilidad, que es un concepto cada día más aceptado y que nos debe ayudar a promover la cultura por el cuidado del ambiente; ya que es responsabilidad de todos: maestros, padres de familia, científicos, medios de comunicación, todas las instituciones educativas, todos los centros de investigación, los empresarios y demás grupos sociales organizados, los que en su conjunto debemos buscar estrategias y acciones que nos permitan generar estos aspectos culturales del desarrollo sustentable en nuestra niñez.
Es urgente, apoyar aquellos programas que tengan como objetivo despertar el interés y la comprensión en los niños por la ciencia y el desarrollo de su creatividad, pero con proyectos educativos y de investigación que desarrollen la cultura de los buenos hábitos alimenticios y de la conservación de los procesos de la vida y el entorno. [F]
Por Ing. Luis Reinoso Garzón