A pocas horas de cerrar la inscripción de candidaturas para las elecciones seccionales de marzo 2019, cabe reflexionar sobre la presencia de tantos candidatos en nuestra provincia, especialmente para Prefecto y Alcaldes. Si bien el Derecho le asiste a todo ciudadano para ser candidat0 con el auspicio de un movimiento o partido político, llama la atención el gran interés de acceder a este cargo público, que ofrece PODER POLÍTICO más que remuneración económica. Reflexionando sobre su motivación, encontramos varias:
El desempleo causado por la crisis económica que incluye a la clase política. Nótese que el elegido no podría desempeñar otra actividad, pues el mandato es a tiempo completo. Algunos no se sienten en la capacidad de ganarse la vida de otra manera.
La añoranza del poder, aplicable para aquellos que ya ocuparon una función pública y el bicho incurable de la política no les deja en paz, obligándolos a retomarlo. Justifican su incontenible deseo de repetición con el supuesto “pedido del pueblo” que nunca aparece para dar testimonio de que no puede vivir sin el líder.
Alimentar su ego para combatir el anonimato en que vive, o participar para impedir el triunfo de otro candidato, restándole votos, a sabiendas que no tiene opciones de ganarle. Estos casos son los que se conocen como “chimbadores”. La presencia de muchos candidatos con pocas posibilidades de éxito, provoca una redistribución de la votación, que es una manipulación de la voluntad soberana, pues el ganador alcanzaría una mayoría débil, que le resta legitimidad.
Las primarias que deben realizarse en cada movimiento o partido político son, en la mayoría de casos, manipuladas para justificar resultados previamente definidos por sus dueños. La presencia de estos chimbadores es una falta de respeto a la democracia.
A falta de segunda vuelta, deberíamos escoger solo entre los candidatos “legítimos”. [O]
Por: Alberto Salvador